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Lali y Gita, amor a primer tatuaje en Auschwitz: "Su historia fue una luz de esperanza en una época tan oscura"

El tatuador de Auschwitz, la nueva miniserie de Movistar Plus+, es una adaptación de la novela superventas de Heather Morris que cuenta la historia de un matrimonio eslovaco que sobrevivió a los horrores de los nazis en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial

Anna Próchniak y Jonah Hauer-King encarnan a Gita y Lali en El tatuador de Auschwitz.
Anna Próchniak y Jonah Hauer-King encarnan a Gita y Lali en El tatuador de Auschwitz.MOVISTAR PLUS+
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Durante más de medio siglo, Lali Sokolov vivió atormentado por un secreto. Un secreto que nació en plena Segunda Guerra Mundial, en un momento en el que fue testigo de lo peor de la humanidad hacia el hombre. No lo compartiría hasta pasados los 80 años, cuando estuvo a miles de kilómetros de aquel infierno, en su casa de Australia. Lali había sido el tatuador de Auschwitz.

La persona a la que relevó su historia fue Heather Morris, la escritora neozelandesa novata, que pasó tres años destripando y documentando la historia de Lali antes de que éste falleciera en 2006. Morris tardó en ganarse su confianza, pero pronto el octogenario acabó por embarcarse en un viaje de profunda autocrítica mientras le relataba los pormenores de su experiencia en el campo de concentración. Allí vivió la violencia, el dolor y el amor más puro, ya que conoció a su futura esposa, Gita.

El resultado de su testimonio no vería la luz hasta 11 años después, cuando Morris -que compaginaba su investigación con su trabajo de administrativa en un centro médico de Melbourne- por fin encontró un editorial que publicara su libro, El tatuador de Auschwitz, que rápidamente se convirtió en un superventas. El éxito fue tal que esas páginas se han volcado ahora en la pequeña pantalla en una miniserie homónima, que se estrena el próximo martes en Movistar Plus+.

Bratislava, abril de 1942. Ludwig 'Lali' Eisenberg (Jonah Hauer-King), un joven eslovaco nacido en el seno de una familia judía, sale por última vez de su trabajo en uno de los grandes almacenes de la capital. Los propietarios han decidido cerrar la empresa temporalmente, "hasta que termine la guerra". Resignado, regresa a la casa familiar en el pueblo de Krompachy, sin saber que al llegar se enfrentará a una decisión de vida o muerte: el Gobierno necesita un voluntario de cada familia que entrene a jóvenes judíos para la guerra. Lali, recién desempleado, se ofrece sin pestañear. Pero el destino final del tren que habría de llevarlo al campamento era un engaño. El tren se dirigía a Polonia, a las puertas de Auschwitz.

A su llegada, los nazis le cambiaron el nombre por un número: 32407. Y así, el prisionero número 32407 se puso a trabajar, como muchos otros, en la construcción de nuevos bloques de viviendas antes de caer enfermo de fiebre tifoidea. Lo cuidó un hombre llamado Pepan, un erudito francés, el hombre que le había grabado su número de identificación. Lali no lo sabía entonces, pero este hombre acabaría salvándole la vida al reclutarlo para trabajar como Tätowierer de las SS. Él no sólo le enseñó el oficio, sino también a mantener la cabeza gacha y la boca cerrada. Y fue allí, en la pequeña mesa de madera del gélido patio, donde Lali conoció al amor de su vida, Gita Furman (Anna Próchniak), a la que tatuó su nuevo número en el antebrazo: 4562.

Lali y Stefan Baretzki, un inestable oficial de la SS, interpretado por Jonas Nay.
Lali y Stefan Baretzki, un inestable oficial de la SS, interpretado por Jonas Nay.MOVISTAR PLUS+

Así comenzó una valiente historia de amor que desafió los horrores que rodeaban a los amantes. Una historia de amor que, a pesar de la vigilancia constante de un inestable oficial llamado Stefan Baretzki, sobrevivió a las enfermedades mortales, al frío siberiano y a la inminencia de la cámara de gas. Una historia de amor que, según los actores de El tatuador de Auschwitz, "fue una luz de esperanza en una época tan oscura".

"La capacidad de Lali y Gita de quererse en un lugar así, de tener esa conexión fundamental que tuvieron, de asumir estos riesgos para proteger la vida del otro y de tomar esta valiente decisión de dar y recibir amor en un contexto tan violento, es extremadamente conmovedora", explica a EL MUNDO Jonah Hauer-King, que encarna al joven eslovaco -Harvey Keitel lo interpreta de mayor-.

Hauer-King, que ya se había "enamorado" del libro de Morris antes de sumarse al proyecto, pasó horas hablando con la productora ejecutiva Claire Mundell para asegurarse de que la historia estaba en manos respetuosas.

"Lo primero que hice fue volver a Auschwitz -lo visitó por primera vez cuando era adolescente- para verlo con nuevos ojos", explica el actor londinense sobre su profunda investigación para el papel. "Para mí, se trataba de hacer un trabajo de campo más amplio, que abordara el contexto histórico de la historia que íbamos a contar antes de centrarnos en Gita y Lali". Esa labor de campo también incluyó leer testimonios de supervivientes de los campos de concentración -entre ellos, el libro de Etty Hillesum Una vida conmocionada- y charlar con Heather Morris.

"Fue todo un privilegio hablar con ella porque, al menos en aquel momento, era nuestra conexión más cercana con Lali. Nuestra conversación iba de lo íntimo a lo enorme", cuenta Anna Próchniak, que también atribuye a Naomi Gryn, la asesora histórica y cultural judía de la serie, el mérito de haberla ayudado a prepararse para el papel.

"Heather hablaba mucho de su espíritu, su encanto, su ingenio y su capacidad para divertir a la gente. El consejo más constructivo que me dio fue que intentara entenderle como un hombre de 26 años antes de esta horrible experiencia que vivió", continúa Hauer-King. "Llegué a saber cómo era a mi edad: un chico que trabaja en Bratislava, al que le encanta la moda, que quiere mudarse a París y que es un niño de mamá. Toda esta maravillosa textura combinada con mi propia investigación me ayudó mucho a dar vida a este personaje".

Harvey Keitel y Melanie Lynskey como el Lali mayor y Heather Morris.
Harvey Keitel y Melanie Lynskey como el Lali mayor y Heather Morris.MOVISTAR PLUS+

En el panteón del drama histórico, el Holocausto es uno de los temas más difíciles de abordar sin caer en la frivolización. Esa fue una de las mayores preocupaciones de Mundell durante los meses de rodaje en la capital eslovaca. Trabajó con el responsable de peluquería y maquillaje, Francis Hounsom, para crear una paleta de colores acorde con el diseño de producción -azules, verdes oscuros y marrones- para los uniformes de rayas, antes de consultar al reparto sobre la posibilidad de que se rapasen la cabeza.

Hauer-King fue uno de los que accedió. "En cualquier otro contexto, es sólo un corte de pelo. Pero saber por qué afeitaban las cabezas de la gente, por qué querían deshumanizar a las personas y quitarles su identidad, fue difícil de procesar", relata.

Lo más difícil del rodaje, sin embargo, fue encontrar el equilibrio entre la profesionalidad y la gestión de las emociones. "Volver al campamento todos los días con esa mentalidad durante meses fue sumamente agotador", lamenta Próchniak. "Como actor, fue increíble poder explorar las distintas dimensiones de la naturaleza humana, pero nos pasó factura a todos, y eso no fue ni por asomo lo que tuvieron que pasar Lali y Gita".

Hauer-King coincide con ella. "Antes de empezar a rodar, hablamos de la necesidad de hacer justicia a esta historia, y personalmente pensé que la mejor manera de hacerlo era aportando un nivel de concentración cada día, ya que estábamos allí para hacer un trabajo", confiesa. "Ahora pienso que fui ingenuo al imaginar que iba a ser capaz de contar esta historia sin estar plenamente presente y profundamente afectado por ella. Al final se trataba de encontrar el equilibrio entre no querer ser autoindulgente y respetar el hecho de que íbamos a estar afectados y permitir que esos sentimientos coexistieran", precisa.

La ficción, que consta de seis episodios, traza muchos paralelismos con el cine arthouse, gracias a la directora Tali Shalam-Ezer y al reconocido compositor Hans Zimmer. Las tomas de gran angular de prisioneros caminando por el campo o comiendo de cuencos metálicos se intercalan con primeros planos estáticos de cuerpos desnudos convertidos en piel y huesos o de los rostros aún vivos, pálidos e inexpresivos de los personajes que murieron en la ficción, acompañados de un inquietante timbre. "Tali ha hecho de la historia una verdadera obra de arte y contar con Hans Zimmer para componer esta evocadora banda sonora ha sido un regalo", opina Próchniak.

Una de las razones por las que Lali tardó tanto en revelar su secreto fue porque temía ser visto como un colaborador de los nazis. La culpa y la vergüenza lo persiguieron durante la mayor parte de su vida y no fue hasta la muerte de su esposa Gita cuando "se quitó ese peso de encima".

"Rara vez como actor tienes la oportunidad de hacer algo que no sólo se siente difícil y desafiante, pero para hacer algo que se siente tan significativo", subraya Hauer-King, que también es judío. "Es historia viva. Hay víctimas y perpetradores que estaban allí en los años 40 y que siguen vivos ahora, pero no siempre será así. Recordar, honrar y contar historias como la de Lali siempre será importante, pero creo que es aún más importante crear historias que aboguen por la humanidad, la compasión y la paz", añade.

"El hecho de que podamos contar la historia de Lali y Gita es un honor", concluye Próchniak. "Y el principal mensaje de su historia es que el amor siempre vencerá al odio, que el amor es el poder supremo que puede salvarnos, incluso en un sitio como Auschwitz".